Por Gabriela Vargas G.
@Biarritz3
“Si votar cambiara las cosas, hace mucho tiempo se hubieran prohibido”, decía el célebre humorista francés Coluche, frase que ilustra el sentimiento galo respecto al resultado de sus próximas elecciones presidenciales. Y es que después de lo sucedido en Estados Unidos en su última contienda electoral, el mundo se percató que la globalización trajo entre sus principales consecuencias, que los procesos políticos internos de cada país, no pueden considerarse inmaculados, ni al margen de los intereses económicos y políticos mundiales. Quizá de ahí venga el desencanto y la preocupación.
Francia, cuna de la Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos, se encuentra en el umbral de sus elecciones presidenciales, y a estas alturas, nadie se aventura a predecir un resultado. De acuerdo a los sondeos de estos días publicados por Le Figaro, Marine Le Pen et Emmanuel Macron se encuentran empatados con el 22% de intención del voto. Jean-Luc Mélenchon de la ultra izquierda, y ahora identificado como el “candidato de la paz”, se ha logrado colocar en el tercer sitio con el 20% de las tendencias, desplazando al centro derechista, François Fillon, al cuarto lugar con el 19% de la intención del voto.
Hasta hace dos semanas Le Monde publicaba a las encuestadoras de Opinion Way, Ipsos e Ifop, que ya colocaban a Le Pen y Macron en esos umbrales (22-25%), y a Fillon en tercer lugar (17-20%). Sin embargo, y de manera sorpresiva, en las últimas semanas Mélenchon se colocó en la cuarta posición (15-19%), gracias al debate televisivo en donde encaró fuertemente a sus contrincantes.
A Fillon le precede una serie de acusaciones públicas por presunta corrupción. Sin embargo, ello no ha sido óbice para que siga confiando en que los electores se inclinarán por él en el último momento. Quizá sus esperanzas para calificar al segundo tour provienen de lo publicado por la sociedad canadiense Filteris, empresa que más que estudiar tendencia del voto, analiza la presencia de los candidatos en redes sociales.
Y es que dicha empresa, considerada por casas encuestadoras de poco profesional, valora lo publicado en las redes como fuentes más fidedignas que los sondeos de opinión tradicionales. Filteris, no sólo predijo el triunfo de Trump en Estados Unidos con esta metodología, también previó la victoria de Fillon en la primera vuelta contra Macron, y en semanas recientes anunció que Macron va a la baja, y que sería Fillon quien llegaría a la segunda vuelta.
Por su parte, el Consejo Superior Audiovisual (CSA) que da seguimiento al tiempo de los candidatos en radio y televisión, señala a Fillon, Hamon, Macron, Le Pen y Mélenchon, como los candidatos con mayor presencia en los medios, desde el primero de febrero en que dio inicio el periodo preelectoral.
Una variable que todos los candidatos tienen presente a favor o en contra es la abstención. Según estudios publicados por Franceinfo podría alcanzar hasta el 35% de intención en esta elección. Y es que el desencanto político que permea las campañas en Francia, ha llevado incluso, a que en el espectro político surgiera el PAS (Partido del abstencionismo y de los sin voz), el cual llama al voto por ellos mismos, antes que emitir el llamado voto “útil”, que pudiera beneficiar a algún partido, sin que ello presuponga identidad o simpatía ideológica alguna.
Si bien en este grupo se encuentran los desilusionados de los políticos, de quien perciben abandono, también están los promotores políticos, para quienes la abstención es sólo la antesala de su elección política, por lo que se denominan desertores activos. De acuerdo a estudiosos de este fenómeno, son los jóvenes entre18 y 25 años quienes votan menos en Francia.
Los actuales candidatos ciertos de la magnitud de este fenómeno, se han pronunciado por reformas que lo contrarresten, como establecer la obligatoriedad del voto, reconocer el voto en blanco, y algunos más por instrumentar el voto electrónico en las elecciones legislativas, para los franceses que viven en el exterior.
Marine Le Pen del Frente Nacional (FN), no se ha pronunciado respecto al tema, dicen los especialistas, que quizá se deba a que dicha abstención tiende a favorecer esta corriente política, básicamente porque sus electores son más convencidos y menos volátiles que aquellos que se identifican con Fillon o Macron, lo que les motiva a movilizarse más, incluso, para ganar adeptos dentro de los propios abstencionistas, lo que debiera constituir una alerta al elector indiferente.
Podríamos suponer también que ante el temor por las posiciones ideológicas de extrema derecha de Le Pen, y de izquierda radical de Mélenchon, el elector decida favorecer a Macron, quien se dice un candidato auténtico, que representa la generación emergente en el ámbito político. Sin embargo, la volatilidad de la opinión pública deja abierta la posibilidad a los cuatro candidatos. Si algo distinguirá históricamente este primer tour de las presidenciales en Francia, es su nivel de incertidumbre. Nada está dicho.